La Asociación de Periodistas y Escritores del Vino entrega sus premios 2011 en Palma – Andoni Sarriegi

Conviviendo con profesionales de la cata, se aprenden cosas extraordinarias. Durante dos días de marzo tuve la suerte de incorporarme al grupo de colegas de la Asociación de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV) que visitaba Mallorca. Entre los expertos, María Isabel Mijares, carismática enóloga y decana del colectivo, Ernesto Gallud, José Luis Murcia, Ana Alonso, Juan Fernández Cuesta y Margarita Lozano. Esta última, directora de las revistas Sumilleres y La Etiqueta, me explicó que una nariz cualquiera (no adiestrada) puede memorizar un máximo de treinta aromas, frente a los 1.800 que un experto catador retiene en las fosas y vericuetos de su cerebro. Comiendo unos fideos de conejo en la bodega José L. Ferrer, le pregunté cuáles habían sido los aromas más raros que había encontrado durante su carrera. Como raro bonito, citó un vino libanés que le remitió súbitamente a su perfume favorito, de la casa Guerlain. Y como raro feo, se acordó de un vino argentino que olía –literalmente– a “bragas sucias”. No quise preguntarle qué captó en boca. Con la lechona al horno nos sirvieron el José Luis Ferrer Crianza 2009, vino excelente y cuyo aroma, según pude comprobar gracias a Margarita Lozano, recuerda al de “una chimenea que se apaga”. Menos mal que el vino no se bebe por la nariz.

Hablando sobre las relaciones entre nariz y boca, María Isabel Mijares dio una contundente definición de lo que califica como vino masculino. Según ella, es “el que nunca da lo que promete”. El femenino, por el contrario, sería aquel que “hace esfuerzos y te los cuenta”. Refiriéndose al carácter floral del Pedra de Binissalem Rosado 2011, de Ferrer, Juan Fernández Cuesta soltó que este vino ecológico viene a ser “como un polvo en el campo”. La citada bodega de Binissalem fue una de las galardonadas en los premios Mejores Vinos y Espirituosos 2011, concedidos por la AEPEV y entregados en Palma este 23 de marzo. El vino premiado fue, en la categoría de blanco joven, el Blanc de Blancs 2010. También fue distinguido nuestro querido gin Xoriguer, de Maó, en el capítulo de destilados no vínicos.

Un monovarietal ciudadrealeño, el Pago del Vicario Petit Verdot Rosado 2010, fue elegido mejor vino de España por segundo año consecutivo. Los propios miembros de la AEPEV nominan los vinos y los votan, es decir, ellos mismos se lo guisan y se lo beben. O, al menos, se lo catan. Yo debo reconocer que soy incapaz de catar un vino (me lo bebo directamente) y mucho menos de escupirlo, tremenda ordinariez, pero aquí hablamos de profesionales que viven de la cata y, en vacaciones, beben. Margarita Lozano, por ejemplo, cata todos los días laborables un mínimo de quince vinos, más todo lo que pueda caer fuera de su despacho, y no se emborracha. Extraordinario.

De las bodegas mallorquinas visitadas estos días, fue muy elogiado por los expertos –y no es de extrañar– el Gran Vinya Son Caules 2005. Este callet de Miquel Gelabert acompañó a un suculento asado de cordero mallorquín elaborado por este vinatero en la Confraria de Tastavins de Manacor, una de las peñas gastronómicas más activas de la isla. El loco de Manacor, como se conoce cariñosamente a este bodeguero (y excocinero), explicó a sus huéspedes que la sobrasada con miel –uno de los aperitivos– se hacía antiguamente con los restos de pasta que quedaban en las máquinas de rellenar. Un diez para las deliciosas raoles de acelgas silvestres y para el revuelto de verduras de temporada (habas, trigueros, alcachofas, coliflor) con sobrasada, otras dos cosas sencillamente extraordinarias.